Número 112 / Diciembre 2004

Profesores Invitados

Forjadores del II


Para cualquier duda, pregunta,
comentario o contribución a la gacetilla, favor de enviarlo a: gacetilla@pumas.iingen.unam.mx



Forjadores del Instituto

Jesús Alberro Aramburu

El ingeniero debe ser siempre autocrítico
ya que al final de cuentas el juicio del
profesional en ingeniería se forma con
el retroanálisis de las experiencias

Soy español y viví refugiado del franquismo en Francia donde realicé estudios de ingeniería civil. Cuando terminé la carrera en 1959 mi hermano mayor me dijo que antes de entrar a trabajar viajara, conociera el mundo. También me comentó que en México se estaba formando un Instituto que iba a tener una proyección importante y como uno de mis maestros hablaba muy bien de los estudios de geotecnia que se realizaban en ese país decidí visitarlo. Vine a México y a la semana estaba trabajando en el IIUNAM.

Desde entonces he dedicado mi vida a la geotecnia y en particular al diseño de presas y túneles. En el campo de presas, he realizado aportaciones en la instrumentación e interpretación de los datos evidenciando los fenómenos de interacción, de agrietamiento de tubificación y fracturamiento hidráulico. En cuanto a los túneles, mis estudios se han enfocado al diseño de las formas de operar los escudos y de diseñar los revestimientos en obras del valle de México y para obras auxiliares de infraestructura.

Estudiar las condiciones del suelo ha sido muy interesante pues las características de éste repercuten, entre otras cosas, en la infraestructura de nuestro país. De hecho, uno de los problemas más graves que actualmente tenemos es el agrietamiento del suelo a causa del bombeo pavoroso que se está haciendo no solo en el valle de México sino en Querétaro, Aguascalientes y Celaya para satisfacer las necesidades de agua del campo y de la población. El abastecimiento de agua es un problema que debemos tener muy presente y para solucionarlo hay que considerar el diseño y construcción de presas que sirven, desde luego, para la generación de electricidad pero también para la acumulación de agua y para la distribución de ésta en el momento en que se requiere su consumo. Son inversiones fuertes recuperables a largo plazo pero fundamentales para el bienestar social. Estos problemas son un reto ingenierilmente hablando.

El IIUNAM ha participado activamente en el desarrollo del país, pero las cosas han cambiado. En 1959 el Instituto tenía menos personal pero más posibilidades de integrarse a proyectos grandes, porque el grupo fundador del II provenía de empresas y oficinas de gobierno. Había muchos contactos personales que facilitaban la atención y el convencimiento sobre cuales eran las necesidades para que se abordaran los problemas en forma paralela a la realidad.

Una de las principales fortalezas de nuestra institución era el ser considerada como más indicada para clarificar los problemas de ingeniería civil cuyo objetivo era investigar. Actualmente, eso se ha perdido en parte, castigando así la investigación y la creatividad. Todo esto se auna a las condiciones restrictivas en la contratación de personal académico y, en especial, de investigadores, ya que los procesos de evaluación del S N I y de la UNAM tienen reglas demasiado ambiciosas para el medio en que vivimos. Por ejemplo, el no poder ingresar a la carrera de investigación si no se tiene un doctorado, cuando anualmente se forman de diez a quince doctores, a los que además se les exige tener al menos dos años de posdoctorado para que puedan ser candidatos a una plaza de investigador. Estas reglas del juego no permiten que crezca la planta académica y trae como resultado que no sólo el personal académico se haga viejo sino que también la institución está envejeciendo.

Así como considero necesario renovar la plantilla académica, también creo que debería crearse la figura del funcionario de carrera que, sin los avatares que supone un cambio de gobierno, se encargara del seguimiento y planeación de los problemas y apoyara los proyectos hasta su terminación. En ingeniería deberíamos estar concientes de que hay poco dinero y, por tanto, éste debe aprovecharse al máximo. Los problemas hay que conocerlos y plantear soluciones con una idea clara de lo que se debe hacer y cómo se va a hacer, no trabajar al vapor.

Qué características debe tener un buen ingeniero
En mi opinión debe ser una persona dedicada a entender cada problema y consciente de que la solución no se encuentra en las estadísticas, porque valores medios no se aplican a casos particulares, y las herramientas de cálculo no sirven de nada si no incluyen datos realistas. Debe estar siempre atento a la comparación entre lo que pensaba que iba a pasar y lo que pasa. En realidad para adquirir sensibilidad a sus modelos mentales, a su forma de operar, etc, el ingeniero debe estar en la mejor disposición de reconocer equivocaciones y aceptar ideas que puedan optimizar la solución de un problema. Lo que quiero decir es que a pesar de estar investigando un tema durante 20 o 30 años, esto no nos exenta de cometer errores cuyo fruto es nulo si no se analizan y asimilan. El ingeniero debe ser siempre autocrítico ya que al final de cuentas, el juicio del profesional en ingeniería se forma con el análisis de esas experiencias asimiladas.

En cuanto a la formación del ingeniero, no estoy de acuerdo con la tendencia actual que consiste en no dar mucho énfasis a las materias básicas. Para mi es fundamental tener habilidades mínimas en matemáticas, física, química; el hecho de que se imparta por ejemplo, la mecánica del medio continuo como materia optativa, es aberrante. La práctica enseña cómo se hacen las cosas. Dar a una persona, sin las bases de una formación sólida, la responsabilidad de resolver problemas, es una equivocación grave.

En ingeniería y en especial en el campo de la geotecnia es difícil observar normas establecidas pues los problemas que se presentan son generalmente casuísticos, no son repetitivos por lo que no se pueden normar fácilmente.

La mejor forma de operar es trabajar en el área que uno disfruta. En mi caso ha sido muy satisfactorio desarrollar temas que he considerado importantes y cuyos resultados han sido provechosos.

El ingeniero Alberro ha recibido distinciones tan importantes como los premios Nacional de Investigación Nabor Carrillo y el Javier Barros Siera y Universidad Nacional Autónoma de México. Es académico de número de la Academia Mexicana de Ingeniería, miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigador Nacional Emérito del Sistema Nacional de Investigadores.

El ingeniero Alberro tiene tres hijos. El mayor estudió la carrera de relaciones exteriores, actualmente trabaja en la embajada de México en Moscú. De sus hijas, la mayor es médica gastroenteróloga y la más chica está haciendo un doctorado en políticas públicas en la Universidad de Northwestern en EUA. Tiene tres nietos y uno que está por nacer.

Su pasión es la lectura, sus autores favoritos son: Antonio Lobo Antunes, Gregory Von Rezzori, Elena Garro, Paul Auster, Ioury Tynianov y tantos otros