Impacto
de los proyectos del Instituto
Inclusión de efectos de sitio complejos en reglamentos
de construcción, con base en el modelado en tres dimensiones.
Francisco
J. Chávez-García
En
sismología, se conoce como efectos de sitio a las modificaciones
ocasionadas, en el movimiento sísmico, por las heterogeneidades
geológicas o topográficas cercanas al sitio de
interés. La importancia de los efectos de sitio se debe
a que, frecuentemente, condicionan la distribución de
daños durante los sismos importantes. En 1985, por ejemplo,
no se colapsó ninguna estructura en la zona de lomas
de la Ciudad de México, a pesar de los daños importantes
que ocurrieron en la zona de lago, a escasos kilómetros.
Recordemos que la distancia epicentral de este evento fue mayor
de 300 km, por lo que el campo de ondas incidente en la zona
de lago fue prácticamente el mismo que incidió
en la zona de lomas. Las diferencias en el movimiento sísmico
observado alcanzaron un factor de 40 para frecuencias cercanas
a los dos segundos de periodo. Estas diferencias se debieron
a la amplificación del movimiento sísmico causada
por una delgada capa de arcilla muy blanda que rellena el antiguo
lago en que se asienta la ciudad.
La
caracterización de los efectos de sitio enfatiza corrientemente
el efecto de amplificación que se produce cuando capas
de sedimentos blandos se encuentran sobre sedimentos más
resistentes. Esta amplificación del movimiento se modela
corrientemente con una aproximación 1D (una dimensión),
en la que se considera que las propiedades del medio varían
en una sola dirección, y son constantes lateralmente.
La sencillez de este enfoque ha permitido caracterizar los efectos
de sitio en reglamentos de construcción, originalmente
clasificando la geología superficial como sedimentos
o roca. Sin embargo, desde hace ya más de 20 años,
se sabe que la variación lateral de las propiedades físicas
del subsuelo induce fenómenos adicionales (tales como
la generación local de ondas superficiales) que no pueden
reproducirse en modelos 1D. Estos fenómenos se traducen
en una amplificación adicional del movimiento sísmico,
así como en aumentos considerables en la duración
del mismo. Por ejemplo, se sabe que en 1988, las irregularidades
laterales de la estructura del subsuelo jugaron un papel importante
en la distribución de daños en Kirovakan, Armenia.
Por otra parte, Kawase explicó el llamado cinturón
de daños, observado en Kobe durante el sismo de 1995,
como resultado de la interferencia constructiva generada por
el borde de la cuenca sedimentaria de Osaka.
A
pesar de que se han señalado casos en los que los efectos
de sitio 2D o 3D (dos o tres dimensiones) han contribuido de
forma predominante a los daños observados, ha sido difícil
entender y caracterizar los fenómenos físicos
involucrados, para su aplicación general, debido a la
gran cantidad de parámetros involucrados. Por ello, es
importante avanzar en la caracterización de la respuesta
sísmica en estas estructuras complejas. Una herramienta
importante para ello es la simulación numérica
de la propagación de ondas.
Aunque
ya se utiliza corrientemente el modelado de propagación
de ondas en estructuras 3D, la generación de resultados
de aplicación general todavía está lejana.
En la gran mayoría de los estudios al respecto, el objetivo
ha sido caracterizar la respuesta sísmica de un sitio
específico, buscando reproducir registros obtenidos para
un sismo particular. Si bien estos estudios son importantes
para validar las simulaciones 3D, caracterizar la fuente sísmica,
o hacer predicciones para un evento particular, la especificidad
de este tipo de cálculos hace difícil utilizar
los resultados en aplicaciones más generales.
Durante
la Reunión anual 2003 del Instituto de Ingeniería,
se presentaron los resultados de la simulación numérica
de la propagación de ondas en un pequeño valle
aluvial ubicado en Nueva Zelanda. En dicho valle, durante 1995,
operó una red temporal de sismógrafos que recolectó
abundante información y permitió confrontar los
resultados de un modelo de simulación 3D con las observaciones
registradas.
Los
datos usados para construir el modelo fueron muy escasos, como
sucede en muchos otros estudios de efectos de sitio. Por esta
razón, el principal objetivo no fue simular un sismo
particular sino investigar hasta qué punto es posible
reproducir la respuesta observada con muy poca información
mediante el modelado 3D.
La
aplicación general del modelado 3D requiere determinar
cuáles son los parámetros más importantes
por considerar. En el trabajo realizado en el IIUNAM, se partió
de la hipótesis de que esos parámetros son el
contraste de la impedancia y forma del valle. A pesar de que
las limitaciones del modelo impiden una conclusión categórica,
los resultados obtenidos muestran un buen acuerdo entre las
simulaciones 3D y las observaciones, lo que sugiere que es posible
caracterizar los efectos de sitio en estructuras complejas a
partir de pocos parámetros. Ello abre el camino para
que sean incluidos en reglamentos de construcción.

Pruebas
experimentales en cinco tramos del
distribuidor vial de San Antonio
Abraham
Roberto Sánchez Ramírez
Con
el propósito de corroborar las hipótesis de diseño,
detectar posibles discrepancias que afecten las condiciones
de seguridad del distribuidor vial (DV) y, principalmente, definir
si es necesario ajustar los criterios de diseño para
futuras obras de este tipo, el Gobierno del Distrito Federal,
a través del Comité Técnico que apoya el
desarrollo del proyecto del DV, solicitó al IIUNAM que
realizara diversas pruebas sobre la obra terminada, para determinar
algunas propiedades básicas de su comportamiento estructural.
En
atención a dicha solicitud, el Instituto de Ingeniería
elaboró tres tipos de pruebas:
- De vibración ambiental en tres tramos seleccionados,
- De tracción en una columna esbelta
- De cargas estática y dinámicas en un tramo de
35 m de longitud.
Los
tramos del DV estudiados se caracterizan por estar estructurados
mediante vigas apoyadas sobre columnas de sección circular;
la unión entre las vigas con voladizos y las columnas
fue concebida para formar un marco rígido. En el proyecto
estructural estas vigas fueron identificadas como TA y las trabes
centrales como TC. En ambos casos, se trata de elementos de
concreto pretensados, cuya sección transversal es de
tipo cajón. Las columnas, por su parte, son de sección
oblonga y se apoyan sobre zapatas, mismas que pueden o no estar
desplantadas sobre pilas (fig 1).
Fig 1 Vista general de la estructura.
Las
pruebas se aplicaron en los tramos ubicados entre los ejes A1
a A16, A13 a A16 y A23 a A26. El primero se eligió debido
a que las columnas sobre las que se encuentran apoyadas las
vigas TC y TA son de alturas variables. El segundo se seleccionó
porque fue estructurado mediante vigas TC y TA apoyadas sobre
columnas cimentadas en zapatas aisladas con y sin pilas. El
último tramo se escogió debido a que su estructuración
también está resuelta mediante vigas TC y TA apoyadas
en columnas pero la cimentación está resuelta
exclusivamente mediante zapatas aisladas.
En
la prueba de vibración ambiental se midieron las aceleraciones
generadas en los tramos seleccionados de la estructura por la
actividad normal en su entorno, identificando las principales
frecuencias de vibración en las direcciones vertical
(V), trasversal (T) y longitudinal (L). Se emplearon servoacelerómetros
de alta resolución que fueron colocados en diferentes
puntos de observación en la estructura (fig 2). Las señales
de estos sensores fueron capturadas con un sistema de adquisición
automático de datos de ganancia ajustable para lograr
registrar digitalmente las señales de pequeña
amplitud de aproximadamente 10-5 g.

Fig 2 Colocación de sensores sobre un
tramo del distribuidor vial
Con
la prueba de tracción en una columna esbelta se generó
la vibración libre de la estructura utilizando un dispositivo
mecánico desarrollado en el Instituto de Ingeniería
y con un juego de poleas se aplicaron, de manera progresiva,
fuerzas de tracción del orden de 5 t (fig 3). Una vez
alcanzada la carga deseada, ésta se liberó para
que la estructura vibrara libremente.

Fig 3 Esquema de la prueba de tracción
Las
pruebas de cargas estáticas y dinámicas se realizaron
con carga vehiculares de magnitudes extremas. Para ello se emplearon
cinco camiones de tipo T3-S3, sin remolque, que son los de mayor
peso que circulan en el país. Cuatro de ellos se cargaron
con pesos entre 55 y 60 t, y uno con 22 t y se colocaron en
las posiciones más desfavorables sobre el puente, aumentando
progresivamente el número de camiones hasta alcanzar
una carga máxima de 227 t (fig 4). La carga se colocó
tanto en forma simétrica sobre los dos carriles, como
asimétricamente, es decir, toda la carga sobre un solo
carril. La carga máxima aplicada fue mayor que la prescrita
para el diseño de la estructura según las normas
empleadas para el proyecto; para considerar la condición
extrema que es concebible pudiera llegar a presentarse.

Fig 4 Posiciones
de los camiones para las pruebas estáticas.
La
configuración deformada de la estructura (fig 5) se definió
con base en transductores de desplazamiento del tipo LVDT y
con ayuda de equipo topográfico de alta resolución.

Fig 5 Configuración
deformada de la estructura con la carga excéntrica.
Con
la interpretación de las pruebas de carga, se puede afirmar
que cuando se aplicó la carga máxima de camiones
en los dos carriles de circulación, la deflexión
máxima a la mitad de la longitud de la viga fue inferior
a la permitida por las normas de diseño; además,
esta deflexión se recuperó totalmente al remover
la carga.
También
se estudió el paso de camiones a distintas velocidades
y, sobre todo, el paso de éstos sobre el tope colocado
para producir impacto, lo que generó vibraciones en el
puente. Sin embargo, el análisis muestra que los incrementos
de las deformaciones por el efecto de impacto están dentro
de los límites permisibles por las normas de diseño
y son congruentes con los encontrados en otros puentes de distintas
partes del mundo.
El
estudio fue patrocinado por el Gobierno del Distrito Federal
y elaborado por David Murià Vila, Abraham Roberto Sánchez
Ramírez, Roberto Gómez Martínez, Gerardo
Rodríguez Gutiérrez, Miguel Ángel Mendoza
García, José Alberto Escobar Sánchez, José
Enrique Blanco, Carlos Humberto Huerta Carpizo y Roberto Carlos
Mendoza, de la Subdirección de Estructuras del IIUNAM.
Roberto
Meli Piralla, investigador del IIUNAM y miembro del Comité
Técnico del Proyecto del Distribuidor Vial, aportó
sus valiosos comentarios a esta investigación.
Por
último, Concepción Hernández Rivera, Fernando
Ramírez, David Muñoz Vizuet, Ricardo Vera, José
Rosales Enriquez, Ponciano Trinidad, Alberto Fuentes González,
Raúl Hernández y Salomón Trinidad, apoyaron
de manera eficiente, en la preparación del material y
el equipo, así como en la ejecución de las pruebas
de campo. Verónica María Correa Giraldo, Fernando
Ramírez y Ricardo Taborda Ríos, colaboraron en
el procesamiento de la información.