Noviembre 2002
La Señal
José
Luis Fernández Zayas
Poco tiempo
después de la muerte de Carmen Meda, un nutrido grupo de miembros
del Instituto se preocupó por hacerle un monumento, dedicarle
un recinto o realizar algo que permitiera perpetuar su presencia para
beneficio de los jóvenes y para regocijo nuestro. No fue fácil,
pues había otros muertos a quienes no habíamos celebrado
de manera apropiada, y la divergencia de opiniones, al inicio, fue muy
grande.
En esos meses
recibimos presiones adicionales para corregir el problema de la gran
estructura que soportaba las antenas de Sismología del Instituto.
Esta era una estructura de aproximadamente 40 metros de alto, construida
con sección cuadrada, mediante elementos estructurales laminados
en caliente, pintada de naranja, que se había convertido en un
referente del Instituto de Ingeniería y de la UNAM. Su estado
era cada vez más precario y se volvió peligrosa, por lo
que los expertos decidieron sustituirla por una antena, más corta
y ligera, que se observa actualmente sobre la azotea del edificio 1.
Así, la única opción que quedó para la antigua
estructura fue demolerla. La operación fue peligrosa, por lo
que se hizo durante un fin de semana y casi nadie se dio cuenta.
De esa estructura
quedó la cimentación, un casi cubo de concreto, justo
fuera de la ventana de la oficina de Carmen. Reflexionamos sobre cuántas
veces debió ver ella esta estructura, y seguramente su gris cimentación,
y así surgió la idea de crear en ese sitio una plaza y
dedicarla a la memoria de Carmen Meda.