Marzo 2001

Editorial

El 26 de febrero pasado comuniqué al personal académico las características de un nuevo mecanismo para distribuir los remanentes, cuándo los hubiere, de los ingresos extraordinarios, entre los académicos participantes en los proyectos que generan recursos.

En el seno del Consejo Interno, que es el órgano de consulta de la Dirección, se discutió el asunto durante varios meses. Con toda libertad y amplitud se expresaron ahí tanto los temores por la aplicación de criterios nuevos que -se dijo- podrían generar desviaciones indeseables para el Instituto, como el entusiasmo por las ventajas de estimular con claridad la procuración de ingresos extraordinarios, en estos tiempos de estrechez presupuestal.

En el documento de referencia indiqué que el nuevo mecanismo se aproxima a lo establecido en el Reglamento de Ingresos Extraordinarios de la UNAM y es claro en su operación. Cierto es que su funcionamiento no es lineal y requiere vigilancia continua.

Al tomar la decisión de activar el nuevo mecanismo, prevaleció en mi ánimo la convicción de que lo que mueve a los académicos es su pasión por la investigación y el deseo de ser útiles a la sociedad, y legítimo estimular de la mejor manera sus esfuerzos.

Como respuesta a mi comunicado. Un número importante de académicos me ha manifestado su deseo de discutir con más amplitud el nuevo mecanismo y examinar determinadamente sus implicaciones. Esto me indica un problema de comunicación entre los órganos de consulta y de dirección y el personal académico, que seguramente deberemos atender.

En respuesta a la solicitud de parte del personal académico, los invito a todos a reflexionar sobre estas medidas y opinar acerca de ella durante marzo y abril. Para ello, organizaremos reuniones en las que se informe detalladamente sobre el mecanismo propuesto y se discutan los argumentos en pro y en contra.

Francisco J Sánchez Sesma

regresar